| Quedamos todos contentos ya que es tal cual las fotos que vimos en Internet. Pero lo que hace la diferencia es cuando abre la heladera y la despensa: leche descremada y común para Juli, yoghurt, mermelada, manteca, tostadas, budincitos. A partir de ese momento lo amamos. Lo que me hace pensar en qué cierto es aquello de que a través del estómago se llega al corazón. Más tarde nos damos cuenta que también nos dejó un ramo de 12 rosas rojas… qué detalle. |
Antes de partir nos enseña dónde queda el supermercado y dónde pasa el tranvía, en definitiva las directrices básicas para sobrevivir nuestra estadía. Nos acomodamos un poco y vamos al super a buscar la cena. Es divertido hacer compras cuando se está de viaje, sobretodo si no se tiene un manejo fluido del idioma local. Se puede estar minutos frente a las heladeras tratando de descifrar si el frasquito contiene yoghurt, crema de leche o queso de untar, sin que ello genere algún tipo de frustración. Nunca dejo de asombrarme del comportamiento humano… uno ve una botella de leche y dice emocionado: “¡Mirá! Leche”, como si los italianos no tuvieran vacas o en última instancia plata para importarla. ¿Será que un océano de separación hace que nos aferremos a los elementos más básicos para no perder el sentido de pertenencia?. Compramos comida tal como si fuera víspera del 1ero. de Mayo y salimos contentos con nuestros pequeños grandes botines. |