El ascensor está por llegar cuando una turista le pregunta al hombre que controla la entrada "¿Porqué hay militares y policías en la vuelta?". La respuesta (en un inglés totalmente afrancesado y acompañada de un gesto con la mano) es simple… dice “Bomb” y sigue cortando tickets tranquilamente.
La cara de la señora cambia drásticamente denotando nerviosismo y le pregunta “Where?”. El hombre levanta la vista medio molesto, se limita a señalar el pilar sur de la torre y continúa con su tarea.
En ese momento se abren las puertas del ascensor: es nuestro turno. Realmente lo que acaba de pasar es demasiado extraño para ser cierto y nadie parece inmutarse al respecto, así que vamos hacia el elevador cual vacas hacia el matadero.
| Lo único que pienso es que si llega a ocurrir un atentado no tenemos chance de sobrevivir y confío en que todo saldrá bien, dado que ya no hay vuelta atrás. Comienza el ascenso en diagonal por la pata de la torre. Toda la estructura es fabulosa así como también los cables de acero que nos llevan a paso acelerado hacia arriba. Llegamos al 2do. piso y la vista ya impresiona, pero no nos detenemos demasiado y hacemos cola para tomarnos el ascensor que nos lleve “to the top”. |
| Ahora sí, a 280 metros de altura, Paris se rinde a nuestros pies: el Arco del Triunfo parece la Puerta de la Ciudadela, los Bateaux Mouches de juguete y las personas hormiguitas. Por suerte el mirador es cerrado y tiene calefacción. Cada tanto puedo percibir un movimiento minúsculo, probablemente fruto de mi imaginación. Como dato curioso, arriba de los ventanales y en todo el contorno del mirador hay un cartel donde se comparan las edificaciones más altas de cada país contra el metraje que tiene la Torre Eiffel. |
| Da mucha gracia ver que la representante de nuestro querido paisito es la antena de Canal 10 con 185 metros. Pero lo que me llama aún más la atención es que para Argentina dice “Tour Espacial” con 208 metros; no tengo ni idea a qué hace referencia. Subiendo una escalera se accede a un mirador abierto que tiene 2 grandes atracciones. La primera es el apartamento de Gustave Eiffel... es divertido pensar que este hombre invitaba celebridades aquí arriba. Para escenificar mejor la situación es que hay unos muñecos de cera representando una charla entre Eiffel y Thomas Edison. |
|
La segunda atracción es un barcito que vende copas de champagne para celebrar el ascenso. En realidad son triangulitos invertidos que simulan la silueta de la torre y valen la módica suma de 15 euros.
Lo bueno de este mirador es que se pueden sacar fotos sin tener que atravesar el vidrio grueso y poco transparente del de abajo; lo malo es que hace demasiado frío para permanecer más de 5 minutos aquí arriba.
Emprendemos la retirada… todavía nos queda un rato de cola para descender.
Entre pitos y flautas nuestra pequeña aventura nos llevó alrededor de 3 horas y aún no pudimos almorzar. Así que hacemos una especie de almuerzo-merienda en un Subway y nos recluimos en el apartamento.
El viaje se nos va escapando de las manos ya que en 2 días nos tomaremos el avión. Estamos un poco cansados de tanto trajín… a decir verdad ya queremos regresar.
Tenemos la tarde libre y aprovechamos a hacer vida hogareña. El momento es ideal para nostalgiar al ritmo de Tabaré Cardoso, Larbanois-Carrero, Jaime Roos, Pitufo Lombardo y el Sabalero; YouTube mediante nos hacemos una panzada.
Con los sentimientos a flor de piel debido a la música, me doy cuenta de cuánto extraño a mi familia y amigos. Pienso en esas cosas que sólo extraña el que está lejos del hogar... echo de menos tomarme el ómnibus y comer dulce de leche.
Y una vez más, confirmo lo cruel que puede llegar a ser el destierro.
Realmente no cambio por nada del mundo a Uruguay... obviamente que hay lugares fabulosos, pero quiero conocerlos únicamente estando de vacaciones y siempre retornar a mi Montevideo querido.
| Es media tarde, y todavía hay una foto que quiero sacar: la Torre Eiffel vista desde el Trocadero. Hace mucho frío para volver a salir con Juli así que se queda con los abuelos a resguardo. |
| Es el primer paseo que hacemos solos y nos parece mentira no estar llevando el cochecito. Nos sentamos en unos banquitos a orillas del Sena a disfrutar del momento mientras pasa un Bateau Mouche. Charlamos del viaje y nos reímos de todas las anécdotas generadas en estos días. Despacito nos acercamos al Trocadero para la foto de rigor; la vez que estuve aquí tenía 16 años y en la Torre Eiffel había un cartel luminoso con la cuenta regresiva en días para el año 2000. No puedo creer que ya estemos en el 2013 y hayamos sobrevivido a las profecías de Nostradamus y los Mayas. |
|
| Seguimos paseando y hacemos un rápido pasaje por una feria estilo la del Parque Rodó para finalmente sentarnos en los Champ-de-Mars a esperar que iluminen la torre. El frío intenso nos está por ganar en varias oportunidades, pero aguantamos… no todos los días uno puede presenciar algo así. Y de un momento a otro ocurre: se prenden los focos e infinidad de lucecitas nos regalan una de las postales más lindas del viaje. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario