| A medida que nos vamos alejando del Arco del Triunfo la presencia de tiendas disminuye gradualmente hasta desaparecer en presencia del Grand y Petit Palais. Esta zona es realmente hermosa. Aprovechamos los jardines del palacio para disfrutar al aire libre. Me habían dicho que una de las cosas más lindas de París son sus espacios abiertos y este lugar es prueba indiscutida de ello. Juli corre por el pastito mientras todos los demás descansamos en un banco. |
Con las pilas un poquito más recargadas continuamos con la caminata hacia la Plaza de la Concordia. En esta plaza se respira historia… en época de la Revolución Francesa se llamaba Plaza de la Justicia y aquí se encontraba la famosa guillotina que viera rodar tantas cabezas (entre ellas las de Luis XVI y María Antonieta). Posteriormente se le quiso dar un toque más conciliador a este lugar, por tanto se colocó un obelisco egipcio en su centro cambiando el nombre a Plaza de la Concordia. Vale la pena tomarse unos minutos para caminar por aquí, apreciar sus fuentes y esculturas, y disfrutar de la amplitud visual que nos brinda la plaza. Para todos lados hay algo lindo que observar, pero creo que mi sector favorito es el que da al Jardín de las Tullerías. |
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El tour continúa y es hora de irnos acercando al Sena. Y no hay mejor manera de hacerlo que atravesando uno de sus famosos puentes: el Alejandro III. Todo es perfecto y todo brilla. Si a esto le sumamos que como fondo tenemos a Les Invalides, se convierte en uno de mis puentes predilectos. Vamos bordeando el río hacia el Pont d’Alma, desde donde salen los Bateaux Mouches. Son una especie de Bus Turístico pero en su versión marítima: al menos el que nos tomamos nosotros, claro que hay otros en los que se puede cenar a bordo al mismo tiempo que se va contemplando Paris. Mientras esperamos la partida ocurre un fenómeno bastante curioso: un grupo de turistas chinos se enamora perdidamente de Juli. Y no estoy exagerando. Al principio fueron unas tímidas risitas y flashes que provenían de lejos… al final ya nos piden permiso para alzarla en brazos y retratarse con ella mientras le dan besos. Cuando ya están rozando la línea de lo anormal por suerte dan la orden de que nos ubiquemos en los asientos ya que el barco está por partir. |
La verdad es que estamos todos contentos de poder sentarnos un rato... en lo que va del día caminamos demasiados kilómetros. El paseo nos sirve para tener una primera aproximación a muchos monumentos y lugares que recorreremos en la semana con más detalle. Y así se van sucediendo el Louvre, el museo d’Orsay, Notre Dame, Petit y Grand Palais, Les Invalides, la Torre Eiffel entre otros. Está atardeciendo sobre Paris y hace frío. Así que para terminar el paseo pasamos de nuestros asientos al aire libre del piso superior a los cerrados en el piso de abajo. |
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El episodio vuelve a repetirse, pero esta vez con una familia de hindúes: Juli es nuevamente el centro de atención y la retratan de todas las maneras posibles. Se ponen particularmente insistentes en querer tener una foto con su hijo abrazándola y dándole besos. Es lo más parecido a una propaganda de United Colors of Benetton que he visto. Mientras ocurre todo esto tengo un par de pensamientos y son los siguientes: ni los chinos ni los indios saben que Juli es uruguaya, por lo que contarán anécdotas en sus lejanos hogares sobre una bebé francesa (calculo que el chino tiene la foto en su portaretrato de la mesita de luz). Y lo otro que pienso es que ni bien lleguemos al apartamento hay que bañar a la petit baby para removerle el exceso de babas multinacionales que tiene en toda la cara. |
| Otra vez en tierra firme emprendemos la vuelta a nuestro hogar. Caminando despacito (ya no podemos más) atravesamos los Champ-de-Mars y Paris a media luz nos regala una postal: la Torre Eiffel iluminada. Con esa imagen grabada en la retina termina un día largo pero sumamente productivo. Ahora a alimentarnos y descansar que mañana tenemos una cita ineludible con Minnie. |
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