Luego del metro desde Bir-Hakeim a Charles de Gaulle – Etoile, nos tomamos el RER A (un tren que va hacia las afueras de Paris) y en poco más de 1 hora ya estamos prontos para volver a ser niños.
Comenzamos con la "Space Mountain"… dejamos a Juli con Sonia y allá vamos. Me preocupa un poco lo que pueda pasar con Pocho: es su primera vez en una montaña rusa. Si bien ésta no es de las más fuertes, tampoco es el “Gusano Loco”.
| Para nuestra sorpresa, tiene mayor grado de complejidad que sus hermanitas gemelas yanquees: realmente está alucinante. Salimos del juego matándonos de risa con la adrenalina a flor de piel y totalmente acelerados… es que no hay sensación que se iguale a la experiencia de una montaña rusa. Supongo que tirarse de paracaídas o hacer bungee jumping debe ser todavía peor, pero como nunca lo hice para mí las roller coasters son lo máximo. Seguimos el recorrido con el clásico "Star Wars": nos turnamos para que Sonia también pueda hacer el juego ya que es un simulador medio tranqui y creemos que no va a tener problemas en subirse. |
Es hora de caminar un poco dejando "Tomorrowland" atrás, y dirigirnos hacia "Adventureland". A mitad de ruta nos topamos con uno de los típicos parades (un desfile con todos los personajes de Disney) y la suerte está de nuestro lado: a pocos metros de donde estamos, Minnie va a firmar autógrafos y sacarse fotos con los niños. La expresión de felicidad de Juli no tiene precio. Me encantaría saber qué pasa por esa cabecita en este momento, al estar cara a cara con su peluche favorito pero en tamaño gigante. El tiempo de Minnie es limitado porque luego tiene que continuar con el desfile, y faltando sólo 2 niños para nuestro turno su guardaespaldas (sí, guardaespaldas… y créanme que es necesario) informa que solo hay tiempo para una foto más con todos los niños juntos. Allá voy con Juli y obviamente que hago caso omiso a la directiva de “sólo fotos” y la acerco para que le dé un beso en la mejilla. |
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Tengo que reconocer que en Disney yo soy tan chiquilina como las nenitas que andan correteando por ahí, y que me encantó estar cerca de Minnie. Ya sé, es una estupidez, pero es así. La magia de Disney te lleva a vivir un día de fantasía, y no vale la pena resistirse… hay que entregarse por completo.
Buscando más acción nos subimos a la montaña rusa de "Indiana Jones" (cortita pero sumamente rendidora) y a la "Big Thounder Mountain", o como le decimos nosotros cariñosamente: “El trencito minero”.
Tenemos que hacer la parada obligada para comer y terminamos almorzando en un restaurant que se llama “Hakuna Matata”. Cuando era chica sabía que esta frase tenía un significado profundo; de grande aprendí a decir “Carpe Diem”. Y creo que van de la mano: una filosofía de vida… disfrutar del momento. ¡Y vaya si la estamos aplicando!
| Uno de los tips obvios de los parques temáticos es hacer primero los juegos más violentos, y dejar para después del almuerzo una serie de atracciones tranquilas. De esta manera se puede bajar la comida sin necesidad de compartirla con el resto del parque. Así que vamos a la "Calesita" y a las "Aventuras de Pinocho" con Juli, para terminar de hacer la digestión en "La Mansión Embrujada". |
Cenamos y nos disponemos a disfrutar de una de las cosas más fabulosas que tiene este parque: sus fuegos artificiales. No sé cómo lo hacen pero siempre se superan… el espectáculo es una combinación perfecta de pirotecnia, música, luces, chorros de agua y llamaradas de fuego, mientras van proyectando videos sobre el propio castillo. Un show digno para festejar el 20mo. Aniversario de Mickey en tierras francesas.
Son las 11 de la noche y es momento de volver a casa: ese es nuestro pensamiento y el de los miles de personas que todavía están en el parque. Por tanto la salida se torna en una procesión multitudinaria que avanza sin prisa pero sin pausa.
Al llegar a la estación de trenes tenemos un inconveniente: está cerrada. No sólo está cerrada la puerta, sino que hay un cartelito que indica que cerró hace 15 minutos. Esto es un problema grave, si no es en tren, no sabemos regresar. Empezamos a preguntar a ver si sale algún ómnibus hacia Paris, pero sólo van hacia los hoteles propios del parque o hacia otros sitios, pero ninguno a la capital.
Me niego rotundamente a aceptar que en un lugar en donde está todo pensado al más mínimo detalle, si uno se queda hasta el final de los fuegos luego no tenga tren para volver. Pero la realidad es lo que nos está mostrando. Por suerte encontramos una pareja con el mismo problema que nosotros, la cual está siendo ayudada por una muchacha. Parece que la estación después de todo no está cerrada, sino que fuimos por la puerta equivocada. Ahora el problema reside en que el tren sale en 5 minutos y no sabemos si hay otro más tarde. Así que con el corazón en la boca, otra vez a correr. Cuando llegamos a las vías, el tren está como a 150 metros y la propia gente está aguantando las puertas para que suban otras personas; de no ser así ya se habría ido. |
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Hacemos el último esfuerzo del día, y luego de 14 horas en actividad nos pegamos un pique. Vamos llegando (nosotros, nuestras mochilas, bolsos y el cochecito) y cuando estamos todos en la puerta del tren, nos subimos en bloque.
Felices de haber alcanzado el tren, aunque un poquito transpirados, con el pulso acelerado y parados (va atiborrado de gente) vamos retornando hacia nuestro apartamentito.
Y así culmina un día sumamente agotador, pero de esos que te hacen sentir vivo… y mañana… ¡vamos por más!
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