viernes, 26 de abril de 2013

Palacio de Versalles – Versalles, Francia

Hace 2 semanas que estamos de viaje y el cansancio empieza a hacerse notar. El despertador suena cada día unos minutos más tarde e incluso así, ya no lo respetamos demasiado: han sido jornadas intensas.

La idea de hoy es ir a Versalles, pero lo tomamos con calma: desayunamos tranquilos, vamos al super, lavamos algo de ropa, organizamos fotos.

Hoy es el cumple de Hernán. Le mando un SMS para saludarlo y por un momento vuelvo al BPS… me pregunto si ya habremos salido en Producción.

Se me vienen a la mente rostros de personas, pero los veo lejanos.

Esta parte es la que más odiaba de mis viajes por tenis: en determinado momento, no importaba qué tanto me esforzara en recordar, se me iban borrando los detalles de las caras de mis familiares y amigos, dándome la sensación de que ellos también se olvidaban de mí.

Trato de alejar todos estos pensamientos de mi cabeza ya que antes de partir de Montevideo, hice un pacto conmigo misma de desconexión total. Me vuelvo a concentrar en el paseo… un palacio nos espera.

Luego del clásico combinado de metro y tren, estamos en 1 hora en Versalles. Llegamos al mediodía por lo que aprovechamos a almorzar primero así tenemos toda la tarde para visitar tranquilos.

Hace mucho frío y por momentos llovizna: ideal para recorrer un lugar cerrado. El único tema es que no nos dejan entrar con el cochecito de Juli, por tanto el panorama se complica bastante. No entiendo el porqué de esta regla, en todos los otros lugares que estuvimos nunca nos hicieron problema.

El Palacio de Versalles es gigante y espectacular. Saber que por estos pasillos y habitaciones circulaban Luis XIV y Luis XVI da escalofríos.
Rey Sol y Entrada a Versalles
Galería de los Espejos

Una de las salas más emblemáticas del palacio es la llamada "Galería de los Espejos"; el objetivo de este lugar era deslumbrar a los invitados... creo que lo lograron con creces.

Cada poco tenemos que andar evitando que Juli pase por debajo del cordón que marca el límite de hasta dónde se puede avanzar, y es común escucharnos decir frases del estilo: “¡No Juli, ahí no te subas que es la cama de la Reina!”.

Es que tiene un conflicto pobrecita: los últimos 2 días todo estaba permitido porque estábamos en Disney, y hoy de buenas a primeras, todo está prohibido.

La visita se hace un poco pesada porque realmente Juli está sumamente fastidiosa: es entendible, si tuviera su edad no estaría muy entusiasmada tampoco. De haber tenido el cochecito hubiera sido otro cantar, pero en estas condiciones no está siendo muy disfrutable el paseo.
A estas alturas Yaya Sonia y Tata Pocho están en la cafetería degustando un cafecito y unas masitas. Nosotros en cambio nos aventuramos hacia los jardines del palacio. Juli, cansada de luchar contra molinos de viento se duerme, y podemos disfrutar el paisaje en silencio.

Hace muchísimo frío y está garuando. Sacamos algunas fotos del exterior y pensamos si vale la pena tomarnos el trencito que te lleva hacia el Trianón (residencia de verano de los reyes)... tenemos miedo de morir de hipotermia en el trayecto, así que desistimos.
Jardines del Palacio
Dejando Versalles atrás
Realmente me hubiera gustado recorrer estos jardines si el tiempo hubiera acompañado. Y bueno… supongo que es la excusa perfecta para tener que regresar aquí algún día.

Recuperamos nuestro bien más preciado, el cochecito, y nos vamos retirando de Versalles.

Desde lo alto de uno de los laterales del palacio nos despide una frase que es perfecta para resumir las sensaciones que genera este lugar: “A toutes les gloires de la France”… Salú!

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