Dado que las catacumbas ya están cerradas, decidimos bajar la comida realizando una caminata hasta el Castel Saint’Angelo. No tenemos suerte, éste tampoco está abierto así que continuamos hacia Piazza Navona por un helado. Y en este lugar ocurre algo increíble: casi voy presa por culpa de una cartera Louis Vuitton trucha.
Al llegar a la plaza vemos que está lleno de vendedores ambulantes (de procedencia presumiblemente africana) que ofrecen todo tipo de carteras. Antes de irme de viaje mi madre me había encargado una, por lo que en cada oportunidad que se me presentaba sacaba a relucir mis dotes de regateadora (aprendidos en tierras de Tutankamón y consolidados en tierras de Mao) para quedarme con el botín.
La cartera que me ofrecían a 50 euros rápidamente la bajaba a 10 con la esperanza de que quedara en 15: ese era mi objetivo. Dependiendo el producto podía considerar que me la subieran a 20, pero a sabiendas que me estaban robando. Así que ante mis ojos desfilaban las mejores marcas: Chanel, Prada, Louis Vuitton, todas obviamente no originales.
Luego de varias idas y vueltas finalmente salgo ganando y obtengo mi cartera por 15 euros. Pero mi momento de gloria no duraría demasiado: una mujer policía se me acerca a los gritos diciéndome que tengo que pagar una multa de 200 euros por no comprar en negocios establecidos. | |
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Castel Saint´Angelo |
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Piazza Navona |
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