domingo, 14 de abril de 2013

Piazzas y Fontanas - Roma, Italia

El primer día de paseos en una ciudad desconocida es realmente excitante. Todo es un desafío. No importa cuántas veces se haya “googleado” el recorrido a realizar; siempre hay una mezcla de nervios y ansiedad en el aire.

El traspié inicial no se hace esperar: dado que es domingo y son las 8 y media de la mañana no tenemos dónde comprar los tickets para tomarnos el tranvía que pasa a 3 cuadras de casa. Por tanto ponemos en marcha el plan B y nos dirigimos hacia la estación de trenes más cercana: Roma Trastevere.

La esperanza de encontrar algún funcionario que nos venda los billetes rápidamente se esfuma: está todo cerrado. Así que no nos queda otra que empezar a familiarizarnos con las máquinas expendedoras para obtener "i biglietti".

Como no podía ser de otra manera sólo faltan 5 minutos para que pase el tren. En primera instancia parece tiempo más que suficiente, pero enseguida nos damos cuenta de que no es así: hay que bajar escaleras, buscar el andén correcto y volver a subir.

Con un cochecito de bebé a todo hay que sumarle unos minutos extras y si a eso agregamos que anuncian por parlante cambio de “binari” (andén) se complica aún más. El resultado esperable, perdemos el tren. No por mucho… vemos cómo cierra sus puertas y comienza a alejarse al mismo tiempo que aparecen Nacho y Juli por la escalera.

La conmoción nos dura un minuto y medio, dentro del cual pasamos de sentirnos cual si fuera el fin del mundo a matarnos de risa del episodio... lo único trágico que nos ocurriría sería esperar cuarenta minutos a que pasara el siguiente tren.
Estación de Trenes Roma Trastevere

Piazza del Popolo
Luego de viajar en tren y metro, estamos prontos para descubrir Roma. Emergemos a la superficie en la Piazza del Popolo, donde el primer elemento con el que nos topamos es bastante poco autóctono: un obelisco egipcio.

La plaza es amplia y nos deja ver iglesias y estatuas, las cuales serán una constante en el viaje. En este lugar se encontraba la tumba de Nerón. Cuenta la leyenda que el fantasma del emperador se paseaba por aquí, frecuentando un árbol de nogal que había crecido sobre su tumba, el cual fue cortado por tal motivo.
Atravesamos la plaza y caminamos unas cuadras por la Via del Corso, arteria ineludible si se quiere comprar en Roma o al menos “mirar vidrieras”. Ambas actividades se encuentran peleando los últimos lugares en mi ranking de “To Do´s”, por tanto rápidamente indico un camino alternativo que nos lleva por callecitas angostas hacia el próximo lugar: Piazza Spagna y su inconfundible escalinata.

Aquí se realiza el mundialmente famoso desfile de modas “Donna sotto le stelle”. La verdad es que compadezco a las modelos que tengan que subir y bajar esas escaleras con taco aguja dado que ya es bastante vertiginoso hacerlo en championes.
Desde la cima se obtiene una panorámica preciosa de los techitos de Roma, así como también de sus varias cúpulas: un ojo poco entrenado puede confundirse fácilmente y pensar que hay 2 o 3 Vaticanos en la vuelta.

No puedo resistir la tentación de hacer alguna pavada e imitar a una modelo, y bajo algunos escalones trazando una “X” con los pies, con cara de circunstancia y mirada perdida. Claro está que los turistas están más interesados en la Fontana della Barcaccia de Bernini que en mis estupideces, por tanto paso totalmente inadvertida.
Piazza Spagna
Piazza Colonna
Son alrededor de las 11 y ya empezó a levantar la temperatura, por lo que mi look de polerita queda totalmente fuera de lugar y tengo que realizar una parada de emergencia en un puestito de souvenirs. Afloro del mismo victoriosa con una remerita de manga corta con la inscripción “I♥ Roma”. Ya con la camiseta puesta, metafórica y literalmente hablando, continuamos hacia el siguiente destino: la Fontana di Trevi.

De pasada vemos la columna torneada de Piazza Colonna, lo cual es un indicio de que la Fontana no debe tardar en aparecer. Vamos hacia el final de una calle, giramos y allí de la nada se materializa frente a nuestros ojos. Y quedamos fascinados.
No sabría explicar exactamente qué es lo que la hace tan especial, si sus estatuas colosales, el color del agua, o tantas otras cosas, pero lo que es cierto es que es un lugar que invita a hacer una pausa y a disfrutar del momento. A lo largo de mi vida he visto fotos de la Fontana, pero sinceramente nunca pensé que fuera tan pero tan hermosa.

Luego de abrirme paso entre un sin fin de turistas estoy pronta para realizar el ritual obligado. Es así que tomo una moneda con la mano derecha, pienso un deseo y la arrojo al agua por sobre mi hombre izquierdo. Repito la serie de pasos una vez más, sólo que esta vez en lugar de un deseo simplemente arrojo la moneda para que algún día pueda regresar a este lugar.
Fontana di Trevi
A mangiare!
Es tiempo de un merecido almuerzo. El local seleccionado cuenta con un cartel en la puerta donde resalta la especialidad de la casa: pizza con mortadella. Obviamente me inclino por algo menos tóxico y termino con una especie de focaccia con espinaca, o traducido al español una masa tipo pizza con relleno de verdura.

Ya con las pilas recargadas nos dirigimos hacia la siguiente maravilla: El Coliseo.

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